sábado, 24 de noviembre de 2007

VIAJE A TARRAGONA.


VIAJE A CATALUNYA (TARRAGONA)



Un buen día se nos pasó por la cabeza que debíamos volver a visitar uno de los parques temáticos más emblemáticos de Europa, Port Aventura. Hacía tiempo que habíamos estado y queríamos volver. Por ello, nos pusimos manos a la obra y organizamos un viaje sin mucha dificultad. Lo haríamos en un fin de semana de esos que acoplan el viernes a su lado.


El viernes nos cogimos el coche, sin madrugar demasiado, y tomamos rumbo a tierras catalanas. Tras un largo viaje llegamos a Salou, un poco pasada la hora de comer, buscamos el hotel y fuimos a dar un bocado.

Nos alojamos en el hotel “best Los Ángeles”, un hotel en muy buenas condiciones, limpio y con gente muy amable. El único fallo para mí era que la puerta no tenía pestillo y tuve todas las noches la silla atravesada por la puerta.

Por la tarde dimos un paseo por la playa, el club náutico y las calles de la ciudad. Tuvimos la fortuna de poder admirar un atardecer espléndido, viendo cómo el sol se ocultaba tras las montañas ubicadas junto al horizonte, donde cielo y mar se unen. Ya con las luces artificiales dimos una vuelta por los puestos y tiendas que hay en las calles de Salou, compramos los regalos de rigor y regresamos al hotel. “Mañana será un día duro”, pensamos.

El sábado era el día elegido para disfrutar del parque. Madrugamos para evitar colas a la entrada y, parece que acertamos. Desayunamos en el hotel, cogimos el coche, las entradas sacadas por la tarjeta Travel Club y nos fuimos a Port Aventura (a 2 o 3 km. del hotel).

Tras pasar toda una jornada disfrutando del resort, regresamos destrozados al hotel, por lo que cenamos (cena que compramos en un supermercado cercano al hotel) y nos fuimos a descansar ya que aún nos quedaba un día más de gran ajetreo.

El domingo también tuvimos que madrugar bastante. Antes de poner rumbo a casa nos quedaba por visitar Tarragona, la capital de provincia. No había mucho tráfico, así que pronto llegamos a la capital, dejamos el coche en un parking subterráneo bajo el ayuntamiento y nos dispusimos a “patear” la ciudad.

Lo primero que queríamos visitar era el anfiteatro y el Museo de Arte Romano. La entrada a este último era gratis al ser domingo. Personalmente, lo que más me llamó la atención del anfiteatro es que desde su graderío se puede ver el mar y hace una conjunción verdaderamente artística.

Al salir del museo nos dejamos envolver por las calles del casco antiguo, en las que destaca la catedral, rodeada por las murallas y el ayuntamiento.

Entramos al recinto rodeado por las murallas (2€, tarifa reducida) y paseamos un buen rato. Lo más llamativo del recinto eran los cañones, apuntando a las afueras en posición defensiva. Realmente no sé si merece la pena pagar por ello, pero bueno, ahí está.

Tras estar toda la mañana paseando, nos dirigimos a las playas de la ciudad, donde había mucha gente animada ya que el tiempo acompañaba.

Como no podía ser de otra forma, yo debía de ser fiel a mi costumbre de visitar los estadios de fútbol allá donde voy, y, esta vez no podía ser menos, así que, plano en mano localicé el Nou Estadi y fuimos para allá.

Viendo que se hacía tarde tomamos rumbo a casa, pero aún nos quedaba algo de la lista por tachar: el Monasteri de Poblet.

En la carretera nacional entre Tarragona y Lleida nos encontramos el desvío para llegar a Poblet, está muy bien señalizado. Tras tomar el desvío, cruzamos un par de núcleos urbanos y nos introducimos en una carretera de montaña que nos llevó directos al monasterio. Una vez allí, aparcamos en una gran explanada habilitada para ello y fuimos a disfrutar de la construcción declarada como Patrimonio de la Humanidad.

Tras ver el monasterio, definitivamente tomamos rumbo a casa dejando atrás un fin de semana de lo más interesante y agotador.

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