sábado, 4 de julio de 2009

Un día por Logroño

Logroño, capital de La Rioja y mundialmente conocida por sus vinos. Una ciudad acogedora que alberga en sus calles algo más que vinos y bodegas.

Un buen día de visita por Logroño bien podría comenzarse en el paseo del Espolón, haciéndose con un plano e información en su oficina de turismo.
Desde este punto comenzamos nuestra ruta por la ciudad riojana.



En el propio paseo del Espolón, aparte de los arboles, bancos y la oficina de turismo anteriormente mencionada, se encuentra uno de los símbolos de la ciudad, la estatua del General Espartero, fallecido en esta ciudad en 1879. Lucho en la guerra contra los franceses que invadieron la península por orden de Napoleón, en varias guerras importantes para el devenir de la nación española y vivió en Cadiz el nacimiento del liberalismo en España. Además de todo esto, su hito de mayor importancia fue que llegó a ser el Jefe del Estado como regente de la menor de edad Isabel II. En la calle aledaña al paseo esta la delegación del Gobierno de España.


Tras admirar esta estatua ecuestre comenzamos a callejear por el casco logroñes. Del paseo del Espolón salimos por su parte oriental (junto a la oficina de turismo) frente a la Presidencia de la Comunidad Autónoma, y llegamos a la plaza Salvador Amos, de allí no desviamos un poco para contemplar la Iglesia de San Bartolome en la plaza del mismo nombre. Volviendo a la plaza Salvador Amos tomamos la calle que en ella comienza, la calle Portales.
Por esta calle el primer edificio destacable que nos topamos es el Palacio de Chapiteles, construido en el siglo XVI y que fue sede del ayuntamiento entre 1863 y 1980.
Continuando por la bella calle Portales llegamos al mayor monumento de la ciudad, la Concatedral Santa María de la Redonda. Concatedral porque comparte con la de Calahorra. Se levanto entre los siglos XVI y el XVIII, teniendo algún añadido en el XIX. Junto a la Concatedral se haya la plaza del Mercado, ideada para albergar ferias y mercados.

Nonos despegamos de la calle Portales y llegamos hasta su fin, donde nos topamos con el Parlamento de la Rioja. Junto a el una curiosa estatua de dos mochileros y, cerca, las murallas del Revellín.

Fue en este punto donde nos dimos la vuelta y por la misma calle Portales regresamos hasta, a mitad de camino más o menos, que llegamos a la plaza San Agustín, donde se haya el Edificio de correos y el museo de La Rioja. Ya desde la plaza nos pasamos hasta la conocidísima calle Laurel, Famosa por sus bares de excelentes vinos y muy buenos pinchos.

Tras pasar por la calle Laurel nos acercamos al Mercado de Abastos, situado en un extremo de la calle.
Tras pasar junto al mercado nos desplazamos hasta otra del calles famosas de la ciudad, la Rúa Vieja. Esta calle forma parte del camino de Santiago y, como no podía ser menos, aquí se encuentra el albergue de peregrinos. Pero no es lo único que podemos ver en esta calle, y así nos encontramos también con la Iglesia Santa María de Palacio, en la cual destaca su torre de aguja.

Poco nos quedaba ya por ver, en el final de la calle Rúa Vieja esta el puente de piedra y volviendo de nuevo sobre nuestros pasos el parque del Ebro. Uno de los lugares favoritos de los logroñeses para pasear, hacer deporte y/o relajarse junto a la aguas del río Ebro.


Y ya para finalizar nuestra visita de un día a Logroño fuimos a ver el curioso edificio del ayuntamiento, cerca del cual habíamos aparcado nuestro vehículo. Aquí por tanto dábamos por terminada nuestra jornada en una ciudad pequeña pero agradable a la vez y, quizá, eclipsada por la fama del vino de Rioja, pero que sin duda tiene más que ofrecer al visitante que sus sabrosos caldos.

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