jueves, 29 de septiembre de 2011

BELGRADO. El foco de todas las miradas.





Madrugamos para llegar a la estación de autobuses desde donde partiríamos, a las 10:00 hacia Belgrado. Llegamos con tiempo y nos quedamos un rato viendo la gente que se movía por la estación.
Aquí descubrimos que en estos países nos cobrarían alrededor de 80 céntimos de euro por llevar las mochilas en el maletero, en algunas cosas no son tan diferentes.

Con puntualidad salió nuestro autocar, nos quedaban unas 5 horas de viaje por delante. De ese tiempo media hora aproximada se pierde en la frontera; tramite mucho más lento en autobús que en tren.
En ese trayecto nos dio tiempo a ponernos al día sobre el país y la ciudad donde pasaríamos varias horas.



Llegamos a Belgrado y nada más bajar del bus fuimos a comprar los billetes para ir a Sarajevo. Lo haríamos esa misma noche en el autobús nocturno que salía a las 22:30.
En la misma estación pedimos un plano y nos dispusimos a conocer la capital de la antigua Yugoslavia.

Caminamos hacia el centro tomando una ruta alternativa al camino más corto. Nos dirigimos al encuentro de la calle Kneza Milosa. Nuestro primer objetivo era ver los antiguos edificios del Ministerio del Interior de Yugoslavia, bombardeados por la OTAN en 1999. Su estado es lamentable pero aún siguen en píe, como queriendo dar una advertencia “No olvidéis lo que un día pasó aquí”.
Tras ver los restos de la guerra tomamos la calle Kralja Milana que nos llevaría directos al centro neurálgico de la ciudad.

En seguida llegamos, por esta calle, a la altura del edificio del Parlamento de Serbia. Edificio al que se trasladó el parlamento en 2006.

Seguimos caminando, pasando junto a algún edificio gubernamental más, hasta llegar al centro, la Trg Republike. Encontramos bastante movimiento, no obstante era un sábado a eso de las cuatro y media de la tarde, en una ciudad con fama de ser muy bulliciosa.
En esta plaza hay varios edificios importantes sobre los que destacan el Museo y el Teatro Nacional.
Desde este punto y tras hacernos unas fotos con unas curiosas visitantes de la ciudad, nos metimos en la calle por excelencia de Belgrado: Knez Mihailova.
Se trata de una calle peatonal muy concurrida, llena de tiendas, terrazas, puestos callejeros, etc. Es un placer dejarse envolver por la calle y pasear por ella.
Al final de la calle se encuentra Kalemegdan, una fortaleza militar hoy reconvertida  (como muchas otras en Europa) en parque para uso y disfrute de los ciudadanos.
  
Dentro de la fortaleza destacaría sus murallas, la Torre del Reloj o la bellísima vista de la confluencia entre los ríos Sava y Danubio, aderezado por zonas ajardinadas y arboladas. Pero no es lo único; a su entrada hay zonas para practicar deporte y un pequeño mercadillo de antigüedades. Dentro del recinto amurallado, varias iglesias, el Museo Militar e incluso un pequeño zoo.
  
Un rato de relax en Kalemegdan y visita a una exposición de armamento y vehículos empleados durante la guerra que había en el Museo Militar precedieron a nuestro regreso por Knez Mihailova hasta Trg. Republike.
Buscamos entonces el barrio bohemio de la ciudad, Skadarlija, un lugar en el que se respira un ambiente especial.
  

Ya iba poco a poco cayendo la tarde, nos movimos desde Skadarlija hasta una calle paralela a Kralja Milana (por la que habíamos llegado) para seguirla hasta nuestro último objetivo en Belgrado, pero antes pasaríamos por el bello edificio de la Asamblea Nacional Serbia.
Regresamos a Kralja Milana y continuamos caminando. Tras subir una calle en cuesta que se nos hizo eterna, llegamos a ese último objetivo. No era otro lugar que la iglesia de San Sava, enclavada en un pequeño parque junto a la Biblioteca Nacional, donde los niños jugaban y los mayores descansaban y charlaban.
 
San Sava es una iglesia ortodoxa. Comenzó a construirse en 1935 y aún esta inacabada. Se financia únicamente mediante donaciones. En 2003 se finalizó el exterior del templo.
Está construida sobre el lugar donde fueron incinerados los restos de San Sava, en 1895.

Durante la II Guerra Mundial fue empleada como almacén.
Cuenta con una altura de 82 metros contando la cruz dorada que lo corona, lo que, unido a su posición elevada en el terreno, hace al templo visible desde muchos puntos de la ciudad.

Ya era de noche y el hambre comenzaba a hacer mella. En la plaza Slavija, a medio camino entre San Sava y la estación de autobuses, encontramos un McDonald y tiramos de fast food. Había bastante gente en este punto de la ciudad, lo que hacía presagiar que durante la noche sería una zona movidita, pero no nos quedaríamos a comprobarlo, a las 22:30 salía nuestro autocar con destino a Sarajevo.

Llegamos pronto a la estación, así que nos sentamos en una terracita a tomar un par de cervezas mientras esperábamos. Nos aguardaban nueve horas de bus por carreteras secundarias hasta llegar a la capital de Bosnia-Herzegovina.

2 comentarios:

José Carlos DS dijo...

Muy buena pinta este viaje por los Balcanes, la verdad que viendo tu reportaje dan ganas de ir ahora mismo, pese a no ser un destino tan clásico si que tiene unos sitios super interesantes de visitar.

Por cierto, que tal está de precio Vueling desde Bilbao? Es que desde Málaga rara vez salen cosas decentes para fuera de España y como veo que viajasteis con ellos.

Por cierto, acabo de conocer tu blog, ya tienes un lector más ;)

Saludos!!!

Mikel Goiko dijo...

Me alegro de que te guste el blog.

La verdad que los Balcanes merecen y mucho la pena. Aún no están muy trillados por el turismo y se puede disfrutar de la esencia. Nosotros regresamos encantados.

En cuanto a Vueling, pues depende. Hay que estar al loro para pillar alguna oferta, pero desde luego que desde Bilbao es la mejor opción.
En el caso de este viaje utilizamos vuelos con conexión en Barcelona y bien.

Cualquier cosa ya sabes donde encontrarme.