domingo, 6 de noviembre de 2011

SARAJEVO. Resurge de sus cenizas

Nueve horas de autobús por unas carreteras desastrosas, imposible pegar ojo. Eran las 6 de la mañana cuando el autobús nos dejó en una pequeña terminal muy lejana al centro de la ciudad. Nosotros ya sabíamos que esto sucedería, gracias a los diarios que habíamos leído, como por ejemplo el de El Rincón de Sele, pero mucha gente no tenía conocimiento de ello y sus caras de desconcierto eran curiosas cuando menos.
Tras un buen rato llegamos a la ciudad. Caminamos sin destino esperando ver algún cartel de hotel que nos sedujera. Hubo uno que lo hizo y donde acertamos de pleno. El Hotel Astra. Un buen hotel, muy bonito, decorado y equipado a la perfección y con una ubicación excelente, en el centro, en el barrio de Bascarsija.
Tras ubicarnos, y darnos una ducha que nos hacía falta tras dormir en un autobús, fuimos a dar una vuelta de reconocimiento por el centro de Sarajevo.


Pasamos junto a la Catedral, la mezquita, el recién remodelado Hotel Europa y otros puntos de interés, pero lo que más nos impresiono fueron  las tumbas de fallecidos durante la guerra, situadas en parque públicos por donde hoy juegan tranquilamente los niños. Estas tumbas se encuentran por doquier y basta con levantar la mirada para ver la colinas bañadas del color blanco de las lapidas. Fue tan bestial la guerra y el asedio que sufrió Sarajevo, que los bosnios no tenían sitio suficiente para enterrar a sus muertos.

Vimos un local en donde comer algo típico de Bosnia para coger fuerzas.
Si algún día era el indicado para sucumbir a una buena siesta era este, por tanto, tras comer fuimos al hotel para descansar.

A eso de las cinco de la tarde salimos a la calle. Tomamos el tranvía para acercarnos a la estación de autobuses de la ciudad, un tanto alejada del centro, para comprar los billetes del bus que al día siguiente nos llevaría a Mostar.

Tras volver a Bascarsija le dedicamos más tiempo, y más tranquilidad, a la ciudad.
Comenzamos por el lugar donde nos dejó el tranvía. Junto al Puente Latino (Latinska Cuprija). Un puente normal y corriente que por sí mismo no tendría mayor importancia, pero la historia lo hacen más grande, le otorga un dudoso honor. Los hechos que aquí tuvieron lugar bien merecen detenerse unos minutos frente al puente. En este puente el Archiduque Francisco Fernando y su esposa sufrieron un atentado que fue la gota que colmó el vaso y desencadenó la I Guerra Mundial.

Nos introdujimos de nuevo en las empedradas calles del barrio Bascarsija. Preciosas y animadas calles que, aunque ahora demasiado turísticas, aún guardan la esencia del extinto Imperio Otomano.
Llegamos al extremo nororiental del barrio, donde se encuentra la fuente musulmana Sebilj, en una plaza conocida popularmente como “Plaza de las palomas”, por las decenas de ellas que merodean por allí. Es una plaza con muchas tiendas de souvenirs, locales de comida y, lo más interesante, la escuela coránica.
   
Regresamos al interior de las calles para visitar la mezquita más importante de la ciudad; la Mezquita de Bey. Entramos en su patio, donde algunas personas también rezaban, pero no pudimos acceder al interior del templo.
Al volver a la calle apreciamos una de las estampas más curiosas de Sarajevo (y me atrevería a decir que de todo el mundo), un minarete y un campanario tan cerca el uno del otro que resulta sorprendente. Ojala ambas religiones se respetasen siempre como estas dos construcciones.
Continuamos caminando hasta llegar al encuentro de la catedral Católica, de finales del XIX. La llaman la Notre Dame de Sarajevo, debido a que su diseñador se inspiró en la Catedral de Notre Dame de Dijon, en Francia.
  
Habiendo visto todos estos puntos de interés nos desplazamos para ver el edificio del antiguo ayuntamiento, que hoy alberga la Biblioteca Nacional. Un lugar que trata de mantener la cultura bosnia. Este edificio fue protagonista pasivo de un acontecimiento que un día de 1992. Varios serbios provocaron el incendio del lugar, llegando las cenizas de tanto papel a varios kilómetros de distancia.
La biblioteca nos la encontramos en obras. Muy lentamente se reconstruye con la ayuda de muchos países interesados en ayudar al pueblo bosnio.

La luz del sol iba decayendo y mostraba una bella estampa del rio Miljacka. Lo cruzamos para ir al barrio Skenderja, donde destaca el coqueto kiosco de música, engullido por un agradable parque público.
Volvimos a la orilla izquierda del rio para dejarnos llevar de nuevo por las calles de Bascarsija. Pasamos también por el mercado cubierto y por el Hotel Europa, recientemente reconstruido de las heridas que le dejó la guerra.

 
Paseamos, hicimos algunas compras y cenamos en una terracita disfrutando y preguntándonos por qué un día pasó lo que pasó en esta tierra. Una pregunta que muchos se hacen y no pueden responder. Nosotros seguiremos buscando, al día siguiente, en Mostar, nuestra próxima parada.


4 comentarios:

Victor dijo...

A mi me hubiera gustado visitar Sarajevo cuando estuve en Bosnia, pero no me dio tiempo nada más que para ver Mostar. Recuerdo que me impresionó igual que a tí lo de las tumbas en los parques públicos. De escalofrío...

Saludos!

Mikel Goiko dijo...

La verdad es que nos impresiono bastante la ciudad. Mostar sería nuestro siguiente destino y también nos marcó, pero quizá esta captando ya más turismo. Sin embargo en Sarajevo aún (no por mucho tiempo) se respira esa esencia y a los de fuera nos calan rápido.

ronkiyo dijo...

Hay dificultades con el idioma en Sarajevo? Basta con saber inglés?

Mikel Goiko dijo...

Ronkiyo, con el ingles te bastara para moverte por Sarajevo. Es un lugar que se esta abriendo al turismo y salvo alguna excepción con el ingles te sobra para visitar la ciudad y moverte.