viernes, 13 de enero de 2012

NORMANDIA. EL DÍA MÁS LARGO


Habíamos pasado la noche en un autobús que nos dejó, a las 6 a.m.,  en la desierta T4 de Barajas. Tomamos el autobús gratuito que recorre las terminales del aeropuerto y enseguida llegamos a la T1, desde donde partiría nuestro vuelo.

Desayunamos con calma y pasamos de la mejor manera posible el tiempo que nos quedaba hasta la salida del avión.
Cuando ya llevábamos un buen rato en la cola de la puerta de embarque, no se sí por causa del aeropuerto o de Ryanair (me da lo mismo que lo mismo me da), de repente nos dicen que debemos cambiar de puerta de acceso y, ya se sabe cómo son estas cosas con la compañía irlandesa; las carreras por los pasillos de la terminal fueron dignas de unas olimpiadas.

Una vez tomamos posición en la nueva puerta, el panel mostró la palabra prohibida: “Delayed – Retrasado”. El aparato que debíamos tomar venía de Jaén y llegó con una hora de retraso.
Una anécdota que no dejamos nos amargara el viaje.


Arrastrando esa hora de retraso llegamos a Beuvais, allí estaba esperándonos un Volkswagen Polo que alquilamos para los tres próximos días. Tras el papeleo cogimos el vehículo y nos pusimos camino de Avranches, población cercana a Mont Saint Michel, donde teníamos reservado nuestro hotel.

Cuatro horas nos llevó el trayecto, pero se convierten en minucia cuando se valoran los lugares visitados.
Sobre las 18:30 entramos en el hotel. Se trata del F1 Avranches, típico hotel de la cadena francesa por el que pagamos 29€ por una habitación doble con baño fuera. Todo correcto y dentro de lo esperado.

Antes de comenzar nuestras visitas entramos a un Carrefour cercano al hotel para hacer unas compras y de paso dejar caer la luz del día para desplazarnos a Mont Saint Michel y apreciarlo de noche.
Así fue. Tras las compras recorrimos los 15 kilómetros que nos separaban de Mont Saint Michel y cuando llegamos nos quedamos maravillados con la escena. Es realmente impresionante verlo de noche.
Aparcamos lo más cerca que pudimos, a estas horas ya no se cobraba por el parking. Estábamos a pocos metros de la puerta de acceso y acompañados de pocas personas disfrutamos del lugar bajo la combinación de las luces artificiales y la de la luna.

Tras un paseo nos volvimos al hotel. Estábamos destrozados, el autobús, el avión y el coche nos habían dejado baldados, así que tocaba descansar y coger fuerzas para afrontar el día siguiente, que sería duro y emotivo.


  

MARTES 25. SAINT MICHEL Y NORMANDIA

Madrugamos para volver a Mont Saint Michel evitando, en la medida de lo posible los agobios típicos de estos lugares cuando acuden las hordas de turistas. Lo conseguimos. Llegamos pronto y aparcamos en el mismo lugar que la noche anterior, aunque esta vez sí que nos tocó pagar los 6€ del parking.

 

 Mont Saint Michel es una pequeña isla unida al continente por una carretera. En dicha isla se levanta una pequeña ciudadela medieval que conserva el mismo aspecto que hace siglos. En lo alto se levanta una impresionante abadía dedicada al arcángel San Miguel.

Comenzamos el ascenso a lo alto, allí donde está la basílica. Lo hicimos con calma y disfrutando de las vistas. Una vez arriba vimos que la entrada para los ciudadanos de la UE menores de 26 años es gratuita.
-          Entramos pues
-          – No, espera que no encuentro la cartera.
Aquí surgió la anécdota del día. A Mikel, ósea a mí, se le olvidó la cartera con el DNI en el coche y claro, como no estaba dispuesto a pagar 8€ que valía la entrada me fui corriendo hacia el parking. Por suerte habíamos madrugado y el coche estaba junto a la puerta. Moraleja: “A quien madruga dios le aprieta pero no le ahoga (destrozando el refranero popular).

Vimos tranquilamente la basílica, que para ser sincero, si hay que pagar 8€ de entrada no merece mucho la pena.

Para las 11:15 estábamos de nuevo en el coche. Dejábamos atrás Mont Saint Michel y poníamos la mira en Normandía y todo lo que tenía que ver con el famoso desembarco.




La mayoría de las ocasiones nos cuesta alcanzar a comprender la magnitud de hechos históricos que no hemos vivido. En las guerras este efecto se magnifica, pues pocas veces la mente humana es capaz de imaginar los horrores que suscitan.

En los lugares que íbamos a visitar tendríamos que realizar de nuevo el ejercicio de retrotraerse en el tiempo, de ponerse en situación y de tratar de percibir lo que allí sucedió. Por desgracia mucha de la gente con la que coincidimos no piensa, ni por asomo, hacer ese ejercicio. Pasan por lugares de tal peso histórico y humano, donde tanta gente lucho y perdió la vida, como si fuese un parque público donde ir a echar la tarde. Una pena la verdad.

El lugar que nos ocupa respira historia por los cuatro costados. En él tuvo lugar una de las batallas más importantes de la historia. Un 6 de Junio de 1944, aquí comenzó a cambiar el mundo.

La “Operación Overlord”, más conocida como el “Desembarco de Normandía”, se desarrolló por estas tierras.
Puntos como Pointe du Hoc, donde los expertos Rangers americanos tuvieron que escalar unos escarpados acantilados con las balas silbando sobre su cabeza, o la playa de Omaha, lugar donde desembarcaban las tropas, mientras los alemanes disparaban a discreción y mataban a muchísimos soldados aliados, eran escenarios vivos que nos podrían mostrar la barbarie humana.

Por otro lado, lugares como el archiconocido cementerio americano de Colleville sur Mer o el, menos transitado, alemán de La Cambe, despertaron nuestros sentimientos de repulsa e incomprensión hacia la guerra. Lugares como estos, de 9286 tumbas en el caso estadounidense, demuestran que en la guerra todos han perdido.

Recorreríamos lugares que habíamos preseleccionado con anterioridad para situar geográficamente hechos de los que sabíamos mucho, pero de los que esperábamos saber más estando in situ.

Nos dejamos algunos, pues es imposible abarcarlos todos en tan poco tiempo, pero nos vamos satisfechos, con un pedacito de la historia en nuestros corazones.

Esta fue la ruta que seguimos por la zona del Desembarco de Normandía:
Cementerio alemán de La Cambe – Pointe du Hoc – Omaha Beach – Cementerio americano de Colleville sur Mer – Longues sur Mer – Arromanches.


EL DÍA MÁS LARGO

Aproximadamente a las 13:30 nos plantamos en el aparcamiento del cementerio alemán de La Cambe, mucho menos famoso y mucho menos visitado que los de los ejércitos aliados, pero igual de sobrecogedor.
En este cementerio las cifras son espeluznantes: más de 21.000 soldados yacen aquí (la mayoría en tumbas dobles). Algunos de ellos, están en el túmulo central, y  aún siguen sin identificar.
  

Al salir del cementerio decidimos no retrasarlo más y aprovechar para comer, antes de introducirnos de lleno en la zona del desembarco propiamente dicha. Dimos buena cuenta de unos bocadillos que habíamos preparado y sin más dilación arrancamos el coche y nos encaminamos a la costa.

En pocos minutos llegamos a Pointe du Hoc. Dejamos el coche en el amplio parking habilitado y tras pasar por el centro de interpretación (cerrado en estas fechas excepto el fin de semana), llegamos al lugar donde se encontraban los bunkers y las baterías del “Muro Atlántico”, dispuestas por el ejército nazi para defenderse de la llegada de los aliados.
Es impresionante como aún hoy, casi 70 años después del acontecimiento, son perfectamente visibles los socavones propiciados por los bombardeos de la aviación aliada.
Fue en los acantilados cercanos a este lugar, donde los Rangers estadounidenses realizaron una de las machadas más sonadas de la guerra. Escalaron las altas y escarpadas paredes bajo un aguacero de balas alemanas.

 
Compartimos visita a este lugar con bastante gente, lo que dificulta la comprensión de lo allí acaecido, pero salimos satisfechos.

Regresamos al coche para seguir por la carretera que unía los puntos neurálgicos del día D. pronto llegamos, al que no dudo es uno de los lugares más nombrados del mundo, aunque la mayoría no sepa donde esta o de que se trata. No es otro que Omaha Beach.

Omaha era la clave de la reconquista de Europa a la Alemania Nazi. Tomar esta playa es vital para poder desembarcar tropas y armamento pesado y, junto con las playas tomadas por los ejércitos británicos y canadienses, hacerse con la costa de Normandía.
La fuerte defensa que los alemanes hicieron de este lugar provoco numerosos fallos en la consecución de los objetivos aliados. Hubo numerosas bajas y lo que en principio pensaba ganarse en un día, necesito de varios para ser realidad. Tal vez esta durísima oposición por parte del ejército germano y las innumerables bajas infringidas a los aliados, hizo más heroica la victoria de los Aliados.

 

Tras estar un rato mirando la playa de Omaha, tratando de entender y repasando en nuestra memoria las miles de imágenes en blanco y negro que habíamos visto de este lugar, apremiados por el reloj nos fuimos hasta el Colleville sur Mer, en un promontorio situado en el extremo oriental de la playa, donde se encuentra el Cementerio Americano.

Este es el famoso cementerio de cruces blancas que aparece en el comienzo de la película de Steven Spielberg “Salvad al soldado Ryan”. Es un lugar muy americano, donde se hace patria por doquier, pero lo más importante (se supone) es el respeto y recuerdo a los muertos durante la II Guerra Mundial.
El terreno que abarca el cementerio es territorio estadounidense, administrado por el gobierno de Estados Unidos.
9387 son las tumbas que aquí se haya. El lugar es estremecedor, todas las tumbas perfectamente alineadas, sobre un tapiz de verde hierba cuidosamente tratada, te envuelve, quieras o no, en el dolor de la guerra.

Entre las tumbas hay varias más conocidas que el resto; entre ellas las de Theodore Roosevelt Jr, hijo del presidente norteamericano Theodore Roosevelt.  La de su hermano Quentin (muerto en la I Guerra Mundial) y la de los hermanos Niland, quienes inspiraron la mencionada película
De Spielberg.

 

Prácticamente era la hora del cierre del cementerio, a las 17:00 echaban el pestillo. Salimos un poco antes para evitar aglomeraciones a la salida del aparcamiento y nos fuimos hasta el Museo Memorial de Omaha, junto a la playa y cuyos horarios nos daban más margen que el cementerio. Por eso lo hicimos en ese orden y no al revés.
Pagamos 6€ cada uno por entrar, lo que a la postre nos pareció caro a pesar de que el lugar era interesante. En  el museo se podían ver Ropas de la época, utensilios, armas, algún vehículo y fotos tomadas durante la batalla entre otras cosas.

Tras salir del museo tomamos de nuevo la carretera y nos plantamos en Longues sur Mer para ver las baterías alemanas que defendieron la zona. Esta fortificación defensiva era una de las más modernas de la zona. Aún hoy se pueden ver varios de los cañones que allí se emplearon.

Poco nos quedaba ya, el día no nos iba a dar mucha tregua y comenzaba a apagar su luz. Decidimos visitar el ultimo emplazamiento, un lugar que a priori pensábamos no nos daría tiempo a ver pero que conseguimos hacerlo. Nos fuimos hasta Arromanches para ver los restos de su puerto artificial.
Todavía son visibles partes del puerto artificial que construyeron los aliados para su utilización durante la guerra. También hay un museo dedicado al desembarco, el cual no visitamos por dos motivos, el primero que no lo teníamos planeado y el segundo que cuando llegamos ya estaba cerrado.
  

Se acabó nuestra jornada por las playas del Desembarco. Ya se hacía de noche. Cogimos el coche y nos desplazamos a nuestro hotel. Dormiríamos en la ciudad de Caen, en el Etap Caen nord memorial. Un buen hotel por poco dinero que para cenar, pasar la noche y darnos una ducha era perfecto.



Al día siguiente nos desplazaríamos hasta la capital de Francia, París. Volveríamos a disfrutar de al ciudad de la luz antes de volver a casa.

ÁLBUM DE FOTOS


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