miércoles, 19 de septiembre de 2012

Buda y baños termales

Comenzaba nuestro segundo día completo en Budapest. Salimos del hotel y nos fuimos directos al puente de las Cadenas para cruzarlo y montarnos en el funicular que nos dejaría junto al Palacio Real, en la zona del Castillo de Buda.
El funicular es caro, sobre todo si tenemos en cuenta que el trayecto no llega al minuto de duración, pero aun así lo empleamos porque nos quita una buena cuesta y es un medio que mantiene el romanticismo. Fue construido en 1870 y reconstruido en 1986.
Así que nos situamos en la cola de la taquilla, para el funicular no sirve el bono de transportes, por lo que debíamos comprar un billete de ida y vuelta que nos costó 1500 HUF (unos 5 €). A modo de curiosidad decir que en la plaza donde se encuentra la estación baja del funicular, Plaza Adam Clark, se encuentra el kilómetro cero, lugar desde donde se miden las distancias en Hungría.
Cuando al fin accedimos al interior del funicular pudimos disfrutar de unas preciosas vistas al puente y el Danubio.

Una vez arriba una música marcial nos llamo la atención. Casualmente nos topamos con el Cambio de Guardia que se realiza en el Palacio. No es nada del otro mundo pero merece la pena pararse un par de minutos. 



Tras ver un poquito la zona del Palacio Nacional nos dispusimos a caminar rumbo a la Iglesia de Matías y el Bastión de los Pescadores. Una vez llegamos al Bastión nos costó marcharnos. Nos recreamos bastante en esta zona ya que goza de una belleza impresionante, además las vistas desde este punto son preciosas.
El Bastión de los Pescadores data de 1902 y debe su nombre al haber sido construido en la zona de la muralla que defendían los pescadores en época medieval. El conjunto fortificado tiene una gran personalidad, consta de los elementos naturales de toda fortificación pero a su vez tiene formas verdaderamente diferenciadoras y que le confieren un aire de magnificencia. Sus siete torres simbolizas a las siete tribus magiares que fundaron Hungría en el siglo VIII.

 

Junto al bastión podemos ver una estatua ecuestre en honor a San Esteban, primer rey de Hungría y patrón del país. Ahí mismo se encuentra la Iglesia de Matías, un templo del siglo XIII, construido sobre otro originario de 1015, al que con el paso de los años se le fueron añadiendo elementos hasta darle la imagen actual.
Estos son los elementos más característicos de Buda pero no esta de más callejear tranquilamente entre las casas y calles del Castillo, en su mayoría del siglo XIX.



Una vez visitada la zona regresamos a Pest. Comimos y nos tomamos la tarde de relax. Es algo que no solemos hacer en nuestros viajes de este tipo, pero en Budapest no íbamos a dejar pasar la oportunidad de disfrutar de sus afamados baños.
Cogimos el metro y nos presentamos en la puerta de los Baños Széchenyi. Solo puedo decir que la experiencia es impresionante, no ya solo por sus piscinas (que también) si no por el entorno. Bañarse en el interior de un edificio neobarroco de 1913 nos hacía sentir como la nobleza o la alta burguesía de la época. 
Los baños son públicos por lo que lo único que hay que hacer para entrar es ponerse el bañador y pagar la entrada de 3800 HUF, algo menos de 10€. Cuenta con 15 piscinas interiores y 3 exteriores, además de saunas y bar. En una de las piscinas exteriores esta el famoso remolino, una corriente de agua que te arrastra y que es uno de los lugares más empleados de los baños.



Tras el merecido momento de relax, salimos de los baños y aprovechamos para ver el Castillo de Vajdahunyad, que se encuentra muy cerca, dentro del parque de la ciudad, al igual que los baños.

El Castillo de Vajdahunyad fue construido a principios del siglo XX a imagen y semejanza del castillo homónimo situado en Transilvania. Se construcción se debió a la exhibición del milenio, concebida para celebrar los mil años de la fundación del país, y fue realizado en madera y cartón, pero al ver la buena acogida que tuvo entre húngaros y visitantes se reconstruyó en piedra. Hoy en día se emplea como Museo de la Agricultura.
Es agradable dar un paseo por los alrededores de este castillo y ver como disfrutan los vecinos en el lago artificial que se realizo junto al castillo.



La tarde caía y nos pusimos rumbo al centro de la ciudad, pero no teníamos prisa, esa tarde había comenzado de relax y de relax iba a terminar. Entramos en la Plaza de los Héroes. Un amplio espacio abierto en el que el elemento más llamativo es el Monumento del Milenio, aunque no es lo único destacable de la plaza, pues esta se encuentra flanqueada por el Museo de Bellas Artes y el Palacio del Arte.
 El Monumento del Milenio es un conjunto de estatuas de los grandes personajes del país, situadas entre unas columnatas simétricas en cuyo epicentro se encuentra una columna mucho más alta coronada por el Arcángel Gabriel. En el pilar de esa columna central se encuentras las estatuas de los siete líderes de las tribus magiares que fundaron la nación. Precediendo las columnas se encuentra una losa funeraria rodeada por un vallado de forja y en la que reza una inscripción traducida al castellano “En memoria de nuestros héroes”.



Nos introducimos en la avenida Andrássy y la recorrimos andando hasta llegar a Oktogon, cerca de donde teníamos nuestro hotel. 
La avenida Andrássy fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2002, por lo que caminar por ella no es caminar por cualquier calle. Construida en 1872 para unir la Plaza de Elisabeth con el parque de la ciudad y así liberar de tráfico a calles paralelas ya existentes. Pronto se convirtió en un elegante Boulevard y las familias más pudientes de la ciudad mandaron construir sus palacetes para trasladarse a esta zona de la ciudad. Además bajo sus cimientos se encuentra la línea 1 del metro, igualmente declarada Patrimonio de la Humanidad.
En esta amplia avenida hoy podemos encontrarnos con zonas bien diferenciadas, las más cercanas a la Plaza de los Héroes es ocupada por esos palacetes y villas residenciales. La zona intermedia también cuenta con viviendas particulares además de algún museo y edificios universitarios. La más cercana al Danubio cuenta con los locales más comerciales, tiendas, bancos, supermercados, restaurantes, etc y el sobrio palacio de la Ópera. 

La noche estaba cayendo así que, tras darnos una ducha y cambiarnos de ropa, nos fuimos a Vaci utca para cenar tranquilamente en una terracita. Esta noche nos premio con una temperatura bastante más agradable que el resto de los días e incluso llovió algo para refrescar el ambiente.



Prácticamente se acabó nuestro viaje por tierras húngaras, al día siguiente tomaríamos el vuelo que nos devolvería a Madrid, pero nos quedaría tiempo para un ultimo paseo y ver el Mercado Central que habíamos dejado precisamente para el final.

2 comentarios:

manipulador de alimentos dijo...

flipante! me han dado muchas ganas de tirar para el este :)
Gracias y un saludo!

Mikel Goiko dijo...

La verdad es que el Este de Europa tiene muchos atractivos. A mi es una zona que me gusta bastante y todavía me queda bastante por visitar.