martes, 13 de noviembre de 2012

De pueblo en pueblo. Balmaseda. Capítulo 10

BALMASEDA. LA 1ª VILLA DE BIZKAIA

Balmaseda cuenta ya con más de 800 años de vida desde que, en 1199, le fuese otorgado el titulo de Villa.
Situada en en el viejo camino que unía Castilla con el mar, era un punto estratégico en el pasó de mercancías y Don Lope Sánchez de Mena, Señor de aquellas y otras tierras en la Edad Media vio la oportunidad de aumentar el contenido de sus arcas. Decidió para ello otorgar a Balmaseda el fuero de Logroño y la fundó como Villa, siendo la primera de lo que hoy es el territorio de Bizkaia. De esta manera toda persona que quisiese introducir mercancías en la localidad (que contaba con un importante mercado semanal) o simplemente pasar para seguir su camino hacia el Mar Cantábrico, debía pagar una cantidad por hacerlo. Este hecho acrecentó las arcas del señor pero también la de los vecinos de Balmaseda. Florecieron las tabernas, negocios artesanos y demás.

Ahí comenzó la andadura de una población que ha tenido bastante importancia en ciertos momentos históricos.


Durante toda la Edad Media fue un importante enclave, durante la invasión napoleónica las tropas francesas pasaron por ahí arrasando la villa y durante la Guerra Civil tuvieron lugar en sus inmediaciones varias escaramuzas y una batallas en las faldas del monte Kolitza. En los años del franquismo la actividad de los ferrocarriles fue muy relevante, destacando el Tren de La Robla, que unía Bilbao y dicha localidad leonesa para abastecer de carbón a los Altos Hornos de la margén izquierda. En Balmaseda se instalaron los talleres del ferrocarril, lo que fue causa de la inmigración de mano de obra de otras regiones, mientras que en las décadas finales del sigloXX fue conocida como “Ciudad del Mueble” por la gran cantidad de talleres con los que contaba y la calidad de sus trabajos.

 

En los primeros años del XXI se ha hecho importante gracias al turismo, destacando el buen estado de sus calles y monumentos y los numerosos eventos que tienen lugar al cabo del año.
De esos eventos destacan dos sobre el resto; La Pasión Viviente que tiene lugar durante la Semana Santa (una de las más conocidas del país), en la que vecinos de la villa representan los ultimos acontecimientos de la vida de Jesucristo, y el Mercado Medieval, en el que las calles de Balmaseda vuelven al medievo gracias a los cuantiosos puestos de mercaderes, artesanos y taberneros, amén de acróbatas, funambulistas y cómicos que amenizan a los visitantes del mercado. Cada año, balmasedanos y balmasedanas representan un episodio diferente de la historia de la villa, dando así comienzo al Mercado Medieval.

La Plaza de San Severino es el centro neurálgico y un buen lugar para comenzar la visita. En ella se encuentran dos de los edificios más representativos, la iglesia de San Severino, dedicada al patrón, y el Ayuntamiento. También podemos observar varias viviendas que ya cuentan con muchos años en sus muros.
La parroquia de San Severino fue construido entre finales del siglo XIV y principios del XV. Se trata de un templo gótico con dos portadas. La principal curiosamente es más sencilla que la entrada lateral, contando con un bello rosetón como elemento más llamativo. La entrada lateral más decorada y trabajada, está presidida por la estatua del Salvador y es conocida popularmente como “Los huequillos”. Si alzamos la mirada apreciamos el campanario del siglo XVIII y de tres cuerpos a diferentes anchos y con balconadas ornamentadas. También veremos en lo alto del templo las estatuas de dos arcángeles.
El interior de la iglesia esta dividido en tres naves abovedadas sostenidas por seis grandes columnas. En el lado izquierdo se encuentran tres capillas de las que destaca la Capilla del Santo Cristo, sufragada por Juan de Urrutia en 1545. Alberga esta capilla un retablo plateresco de gran valor y expresividad.

 

Junto a la iglesia se encuentra la Casa Consistorial. Ubicada en un edificio del primer tercio del siglo XVIII. Poco tiene ya que ver con el estilo de palacio Montañés que era en origen.
Se trata de un edificio de tres plantas con bella fachada de sillería. A mediados del siglo XIX se construyó el piso superior, que no existía inicialmente. En la primera planta se ven cinco balcones adintelados, sobre el central se encuentra el escudo de la Villa. Pero si algo llama la atención del ayuntamiento es su planta baja, sus soportales. Ocupan todo el bajo y se trata de una construcción de arcos y columnas conocida por los balmasedanos como “La Mezquita” por su parecido, salvando las distancias, con el interior del templo musulmán de Córdoba.

 

Nos introducimos desde la plaza en el casco antiguo por la calle correría. El centro histórico dispone tres calles perpendiculares unidas por cantones transversales. En esta calle nos topamos con el Palacio Urrutia, un palacio típico de las familias pudientes de las vascongadas. Actualmente su interior ha sido reformado y alberga viviendas privadas. Aún conserva el arco de entrada a la, ya desaparecida, torre de Ahedo.
Siguiendo nuestro camino llegamos a la plaza de los Fueros, que si bien hoy no tiene interés alguno, antaño fue un lugar donde se realizaban festejos como corridas de toros.

Caminado en dirección oeste llegamos al conocido como “Campo de las Monjas”, donde se encuentra el antiguo convento de Santa Clara, hoy dividido en tres partes diferentes. Una de esas partes son viviendas privadas, otra el Hotel San Roque y la central, que antiguamente albergaba la iglesia del convento, hoy es el “Centro de Interpretación de la Pasión Viviente de Balmaseda”.
En dicho centro de interpretación se podrán conocer diferentes aspectos del Vía Crucis Viviente de fama internacional, que se representa año tras año durante la Semana Santa. Cuenta con una exposición permanente con vestimentas, pasos y demás elementos empleados en la representación. Está abierto durante todo el año excepto en la propia Semana Santa, ya que, como hemos dicho, las vestimentas y objetos del centro son las originales y son empleados en esas fechas.

Volviendo sobre nuestros pasos, nos acercamos a la orilla del río Cadagua para ver el bello puente medieval que salva las aguas del río desde el siglo XV. El Puente de La Muza, o Puente Viejo, es el mayor símbolo de Balmaseda. Se construyó con la intención de servir de paso para quienes hacían el camino de Castilla hacía el mar, y viceversa, durante la Edad Media. Pero no era esa labor social su único propósito, sino que también, al ser el único lugar por el que vadear el río portando mercancías, se convirtió en el lugar idóneo para cobrar tributo a quienes deseaban introducir esas mercancías en la villa y hacer negocio con ellas.
No se trata de un puente convencional, sino que se eleva de manera progresiva, alcanzando su cota más alta sobre al arco de central de los tres con los que cuenta. En uno de esos lados se alza el torreón que sirvió para el cobro de impuestos aduaneros. Ese torreón era una de las puertas de la antigua muralla que rodeaba a la villa, encontrándose en su frente los escudos de España, Bizkaia, y Balmaseda.



Caminando de nuevo hacía la plaza de San Severino llegamos a la remodelada Plaza de San Juan. A este emplazamiento se le ha dado un uso más acorde a los tiempos que corren, cambiando la utilidad original de sus edificios.
A su lado oeste se encuentra el Klaret Antzokia, actual teatro y sala de cine. Antes de esta remodelación era la iglesia de Sagrado Corazón de María, un templo neogótico con rasgos orientalizantes del que destaca su cúpula. El nombre actual del teatro se debe a la orden religiosa de los padres Klaretianos, quienes habitaban el seminario.

En la parte este de la plaza se sitúa la actual Casa de Cultura. En ella está la biblioteca municipal, una moderna sala de conferencias y exposiciones y locales de asociaciones deportivas y culturales. Hasta su reconversión fue uno de los edificios del Colegio Público de Educación Primaria.
En la zona sur y unos pocos metros fuera de la plaza está la antigua iglesia de San Juan del Moral, actual sede del Museo de la Historia de la Villa.

 
Junto al museo parte una calle que nos devolverá al punto de partida, la calle Martín Mendia, en honor a uno de los vecinos más célebres de Balmaseda.
Caminando por esta calle y a pocos metros de la Plaza de San Juan, nos topamos con el Palacio de Horcasitas. Mandado construir por el Marqués de Buniel, pasó posteriormente a manos de la familia Horcasitas (de quien conserva su nombre) y más tarde a la administración pública, empleándolo esta última como Aduana Real hasta 1841, fecha en que fueron suprimidas las aduanas interiores en el Estado español. Actualmente se está reformando para albergar un hotel y la nueva escuela de hostelería.



Calle abajo llegamos a la Plazuela del Marqués de Legarda, donde se encuentra la sede oficial de Enkartur, el organismo de turismo de la comarca de Las Encartaciones. Aquí se encuentra el edificio que albergaba el antiguo hospital de peregrinos.


Estamos ya cerca de nuestro punto de partida, el lugar que nos dio pie a conocer esta preciosa villa que ha sabido conservar sus mayores atractivos para mostrárnoslos a los ojos del siglo XXI.

1 comentario:

Asier Marquez dijo...

Precioso lugar y con mucho ambiente. Yo vivo cerca y voy mucho, me encanta.