jueves, 27 de diciembre de 2012

Cabo Billano


En la costa bizkaina, en territorio de Gorliz un solitario faro guía los devenires de marinos que se acercan a estas aguas. Un faro agarrado a los acantilados del Cabo Billano.

Acceder al faro es tarea sencilla. La mayoría de personas lo hacen por la carretera asfaltada que lleva directamente hasta él, pero hay una ruta alternativa mucho más atractiva que nos hace pasar al borde de los acantilados, entre las ruinas del viejo fortín de Azkorriaga y apreciando pinos, encinas o madroños. Además las vistas de la bahía y la Ría de Plentzia son incomparables.

No solo tiene importancia por su belleza paisajistica sino que goza, ademas de una situación estratégica. Esa ubicación no pasó desapercibida para los encargados de defender estas tierra en diferentes épocas.
En el siglo XVIII se levantó el fuerte de Azkorraga para defender la bahía contra los ingleses y, donde desde 1990 se sitúa el faro, se dispusieron varias baterías, puntos de vigilancia y cañones para responder ante un ataque Aliado que nunca llegó.

La ruta que realizaremos tiene poco más de 6 kilómetros y dos horas la podemos acometer, aunque si bien eso depende del tiempo que nos detengamos a disfrutar de las vistas.


Desde el extremo este de la playa de Astondo, en la parte trasera del txiringuito y junto al nuevo paseo, parten unas escaleras acompañadas de una barandilla de madera (que nos acompañará en la parte inicial del camino). Llegaremos a un sendero y seguimos el camino de la izquierda, hacia el mar, cogiendo altura poco a poco. Pronto nos toparemos con la primera bifurcación; un camino más o menos llano a la izquierda y unas escaleras que suben por la parte derecha, escaleras que debemos seguir. Continuamos ascendiendo entre poblada vegetación y pronto vamos pasando por diferentes miradores. En cada uno de ellos gozamos de vistas que mejoran según ascendemos.
En este tramo descubriremos lugares desconocidos que solo son accesibles por mar . Si no supiésemos donde estamos nos podríamos creer perfectamente que estas aguas pertenecen al mismísimo Adriático o al Egeo.

 
En uno de los miradores se ha colocado un panel explicativo que ayudará a comprender todo lo que estamos viendo, no obstante no es poco lo que nuestra vista alcanzará a contemplar en estos lugares, desde Gorliz, Barrika, Santurtzi, Zierbana y llegando hasta tierras cántabras.

 

Cuando llevemos andado algo más de un kilómetro llegaremos a un merendero. Mesas, bancos y barbacoas y lo que un día fue una fuente. Sin embargo no es tiempo de detenerse a descansar. A la izquierda, hacia el mar, apreciamos las ruinas de lo que fue el fuerte de Azkorriaga, baluarte defensivo que protegía la bahía de Gorliz con la ayuda del fuerte de La Galea o Castillo del Príncipe, en Getxo.

 

Visto el fuerte hemos de volver al merendero y seguimos la senda que va junto a la alambrada que separa los pastos del camino. Por momentos nos introducimos en verdaderos “túneles” vegetales que nos envolverán. Al salir de uno de ellos aparecerá a nuestras miradas el inmaculado vigía que con su luz ilumina los designios del cantábrico.

Seguimos junto a la valla y así es imposible desviarse del camino correcto. Lo haremos hasta llegar al cruce con la carretera asfaltada, ultimo escollo en la conquista del faro de Cabo Billano.

Desde la carretera es un pequeño paseo el que nos aguarda hasta los pies del faro, unos 800 metros y habremos llegado. Si volvemos la vista hacia atrás según vayamos avanzando en el asfalto veremos la hermosa silueta del camino por el que hemos llegado hasta aquí.

Estamos a los pies del faro, en el Cabo Billano. Un lugar muy especial, un saliente que fue elegido para defender las tierras cantábricas de posibles invasores exteriores. Justo aquí, donde hoy el elemento más llamativo es el propio faro, se construyó una red de fortificaciones. Varios bunkers unidos por túneles subterráneos, puestos de vigilancia, baterías e incluso un cañón que todavía hoy, aunque inofensivo, apunta al mar.

Al observar la panorámica que nos ofrece el enclave descubrimos el desconocido islote. La isla Billano se asemeja al esqueleto fosilizado de viejo dragón que cuida el cabo. Inhóspito y casi inaccesible para el ser humano, es morada de gaviotas en busca de la tranquilidad necesaria para la cría.

Observamos por ultima vez el faro blanco levantado en 1990. Su modernidad hizo que ya no fuese necesaria la atención constante de una persona. Los cuidados de los fareros ya no eran básicos para estas construcciones y por eso se alza solitaria la torre de luz. No hay vivienda adosada como en otros lugares, el faro de cabo Billano es autosuficiente.

Comenzamos el camino de regreso a la playa de Astondo. Deshacemos nuestros pasos por la carretera y al alcanzar el cruce por el que vinimos, obviamos el camino de ida y seguimos por la carretera.

 
Menos de dos kilómetros nos separan del arenal. Tras pasar por una Granja experimental que actúa como centro de recuperación de fauna autóctona, nos desplazamos entre un bosque de encinas y pinos y pastizales para el ganado.





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